Así reza una máxima psicológica que se aplica en el trabajo clínico todos los días con los pacientes en clínica. El alma de la expresión no radica tanto en la importancia del dinero, como en la importancia de separar los afectos de los negocios. Por ello es fundamental cobrarle al paciente que se atiende (a veces con otras monedas como el trabajo o el esfuerzo), pero aún más fundamental pagarle a los amigos para evitar malos entendidos.
Recientemente salí de viaje hacia Malta a estudiar inglés y a España a estudiar mercadeo, de modo que debí dejar mis perros y mis enseres al cuidado de una amiga que se ofreció a hacerlo, ya que vive en una finca en las afueras de Rionegro. Al regresar, después de una discusión, como se esperaría de una preadolescente, me sacó en cara su favor y me empacó mis corotos con el pretexto de que ahora, coincidencialmente, necesitaba el espacio.
Ya había tenido ese tipo de discusiones con ella, pues comenzaba a tratarme mal cada vez que yo salía con alguna amiga, sobre la cual recaían comentarios despectivos como su trabajo, su apellido o su clase social. También aparecían por arte de magia tozudas quejas del comportamiento de mis perros. Creí haber dejado claro que mi relación era de amistad pero al parecer ella no lo entendió, incluso teniendo su pareja. Ya habíamos hablado de eso en varias ocasiones pero previendo que algún reclamo adicional pudiera aparecer, durante mi viaje le giré a su fundación cerca de $1.5 millones y le colaboré con los diseños que me pedía para sus eventos. No fue suficiente.
Me regresó los regalos que le había dado, me eliminó de sus círculo y comenzó a despotricar de mi. Luego en noviembre, al pasar por mis enseres, descubrí que gran parte de éstos se encontraban rotos, abollados, quebrados o vueltos mierda, literalmente. Pero obviamente no podía hacer el reclamo pues era un favor. Eso sí, la persona que me los guardó siente que poseo con ella una inmensa deuda moral por su favor.
Por eso ahora que miro en retrospectiva, creo que cuando uno se va de viaje es mejor vender o regalar las cosas y pagar por lo poco que le quede. Cuando se necesita ayuda profesional, es mejor contratar a un tercero y cuando va a comenzarse una relación con alguien es mejor cortar los negocios. Si se ve que el otro cobra con afecto, también es mejor tomar distancia. Algunos corren con suerte y logran coordinar ambos lados sin mayores dificultades pero realmente se camina en la cuerda floja. Como dice otra máxima, no psicológica pero igualmente válida: es mejor deber plata que favores.
Debe estar conectado para enviar un comentario.